Muchas películas muestran esas historias en las que los emprendedores se sacrifican pensando en el día que serán ricos o millonarios. Pero los tres protagonistas de estas páginas llegaron a los Estados Unidos casi por accidente. Querían por lo menos un trabajo: fueron camareros, lavaplatos y/o asistentes de cocina.
Hugo Saavedra huyó de la dictadura en 1978. Después de ser chef, formó una empresa de productos de cuidado corporal que factura anualmente US$12 millones. Daniel Levy, en cambio, se fue a la casa de una amiga en Nueva York mientras esperaba una beca universitaria. El asunto le fue cambiando tanto que fundó una firma dedicada a muebles, que tiene varios contratos municipales y empezó a ganar dinero un total de US$1 millón cada 12 meses. Diego Saez Gil dormía en un hostel de Brooklyn (New York), cuando se imaginó crear una guía digital para trotamundos. Parece encaminado. "Acá te toman muy en serio si tenés una buena idea de negocio. Poco importa tu origen, siempre y cuando demuestres que sos trabajador", coinciden los tres, agradecidos por las oportunidades que viven.
visto en el clarin.com
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