Negocios sucios: Tráfico de basura es “mina de oro”

Cuando dos inspectores abrieron las puertas de un contenedor de embarque rojo, en Rotterdam, se toparon con un cementerio de los desechos electrónicos de Europa: alambres viejos, medidores eléctricos y tableros de circuitos, revueltos con restos de cartón y plástico.

“Se supone que esto tiene como destino China, pero no va a ningún lado”, indicó Arno Vink, inspector del ministerio del medioambiente holandés, quien incautó el contenedor a raíz de las nuevas y estrictas leyes europeas que imponen restricciones a todo tipo de exportaciones de desechos, desde tubería hasta computadoras descompuestas.

Exportar desechos ilegalmente a países pobres se ha convertido en un creciente negocio, mientras que las empresas tratan de minimizar costos de nuevas leyes ambientales, como las de Holanda, que gravan los desperdicios o requieren que sean reciclados o que se disponga de ellos de manera ecológica.

Rotterdam, el puerto de mayor actividad en Europa, se ha convertido, inadvertidamente, en el principal vertedero externo de basura de Europa, una puerta de entrada para la basura destinada a lugares como China, Indonesia, India y África. Una vez allí, los desperdicios electrónicos y los escombros de construcción, que contienen químicos tóxicos, por lo común son desmantelados por niños, a un gran costo para su salud. Otro tipo de basura, que se supone debe ser reciclada de acuerdo con las leyes europeas, puede ser simplemente incinerada o abandonada para que se pudra, lo que contamina el aire y el agua y libera los gases que atrapan calor y están vinculados con el calentamiento global.

Pese a que gran parte del comercio internacional de desperdicios es legal, y es enviada a recicladores calificados en el extranjero, una gran porción no lo es. Por un precio, comerciantes clandestinos hacen que los desechos de Europa desaparezcan en el extranjero.

Después de que Europa ordenó por primera vez el reciclado de aparatos electrónicos, como televisiones y computadoras, entre dos y tres millones de toneladas de desperdicios electrónicos fueron entregadas, el año pasado, mucho menos que las aproximadamente seis millones de toneladas métricas que se habían anticipado. La mayor parte del resto probablemente fue exportada ilegalmente, en opinión de la Agencia Ambiental Europea.

En Estados Unidos, más estados ahora aprueban leyes que requieren el reciclaje de bienes, especialmente de aparatos electrónicos. Sin embargo, ya que EE. UU. impone menos restricciones sobre la exportación de basura y le da mucho menos seguimiento que Europa, el volumen creciente fluye con relativa libertad al extranjero y en gran medida de forma legal, apuntan los expertos. Hasta 100 contenedores de desechos de EE. UU. y Canadá llegan diariamente, de acuerdo con grupos ambientales y autoridades locales, en Hong Kong.

La tentación de exportar desperdicios es grande porque reciclar en casa resulta costoso: a raíz de las nuevas leyes ambientales de Europa, es cuatro veces más costoso incinerar basura en Holanda que colocarla, ilegalmente, en un barco con destino a China.

Vía: edición impresa New York Times

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