Empleo: El empleo precario, un freno para dejar la casa paterna

Un día, se dio cuenta de que el espacio de su habitación no le alcanzaba, que la decoración ya no tenía que ver con ella y, sobre todo, que no quería disputarse el uso del baño con su familia. Un impulso interior le susurraba al oído que debía despegar del hogar paterno. "Pero no me dan los números para irme. Trabajo mucho, gano poco y sigo capacitándome", cuenta Ximena Uriarte (28), la dueña de esta historia, diseñadora de indumentaria recibida en la UBA. Como ella, muchos jóvenes de entre 20 y 30 años tienen un fuerte deseo de independencia, pero su precaria situación laboral se los impide.

La alta rotación de empleo, trabajo en negro y sueldos bajos son las perspectivas del mercado laboral actual. Los expertos apuntan que ya no existe la "decisión vocacional", sino que manda el bolsillo.

Según el Observatorio de la Deuda Social en Argentina de la UCA, de los jóvenes que en 2008 se encontraban desocupados, sólo un 46,2% logró un empleo (ya sea registrado o precario), un 15,4% se ocupó en changas, trabajos temporarios o autoempleo, y el 38,5% continúa desocupado. "La crisis y la destrucción de empleos de calidad impactaron especialmente en los jóvenes. Se observa un alarmante aumento de las imposibilidades para salir de la desocupación y la relativa disminución en la ocupación en empleos de subsistencia, típicos de los jóvenes de estratos bajos", señala Agustín Salvia, sociólogo de la UCA.

Otro trabajo realizado por Flacso y Conicet en julio de 2008 adelantaba una tendencia que hoy crece. Entre los adultos de entre 25 y 34 años, el 68,8% tenía trabajo y de éstos el 38,7% estaba en condiciones de precariedad. Otros indicadores también describen un panorama complejo (ver Cifras).

No se trata de adolescentes tardíos, aquellos que por comodidad no quieren abandonar el cálido regazo de su familia, sino de veinteañeros y treintañeros a quienes la precarización laboral les frustra su proyecto de independencia. Explica Ana Miranda, investigadora de Conicet y coordinadora académica del Programa de Investigaciones de Juventud de Flacso: "Hoy es frecuente que los jóvenes tengan dificultades para encontrar un trabajo, que consigan uno temporal o una changa, que cobren bajos salarios o estén disconformes con su puesto". Para ella, los jóvenes están desarrollando "estrategias de emancipación" de los padres. "La inserción laboral no es directa, sino que se vive como un proceso: hay una rotación de actividades, sin identificación vocacional, donde lo que se privilegia es el dinero. Y lo que se gana se destina al consumo de viajes, ropa, música y entretenimiento".

¿Cuánto gana un joven con estudios terciarios o universitarios concluidos? En promedio, entre 1.500 y 2.000 pesos por seis jornadas semanales de ocho horas. "Lo que en Europa se llama 'mileurista', un joven que gana mil euros y no le alcanza, siquiera, para pagar una renta", agrega Miranda.

Viviendo al día, sin poder ahorrar, saltando de trabajo en trabajo, la vocación está en vías de extinción. "La cuestión económica es tan imperativa que cuando un joven vislumbra una posibilidad de mejorar el sueldo, deja el trabajo que tenía", coinciden en la Fundación Proyecto Padres.

Según los jóvenes consultados por Clarín, conseguir un empleo que solvente una vida independiente, les permita ahorrar y al mismo tiempo capacitarse, es un verdadero desafío. Alberto Croce, presidente de Fundación SES, analiza los datos que surgen de la última encuesta de la entidad: "Las dos cualidades más importantes para conseguir trabajo, sobre todo, son el nivel educativo alcanzado y la experiencia previa. Luego, la importancia de conocer personas influyentes y el conocimiento de las nuevas tecnologías".

En medio de la crisis y la precarización, algo no cambió: el mercado laboral sigue ofreciéndoles a los jóvenes ocupaciones típicas de esa franja etaria, como telemarketers, promociones, delivery y locales de comidas rápidas. En este marco, salir del nido cuesta. "Hay jóvenes que logran, con una cuota mayor de posibilidades internas o con modelos de identificación más positivos, encontrar recursos. Algunos deciden compartir entre cuatro el alquiler de un departamento ya que sólo así se les hace posible dejar la casa paterna. También hay otros que, con una computadora, logran crear juegos, sitios u otras opciones para sostenerse", alivia la psicóloga Virginia Ungar, de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.

vìa: clarin.com

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