Economía: Los Aborígenes del Marketing

Hace un par de semanas tuve la suerte de conocer -gracias a una de esas mujeres consultoras de empresas con una gran inteligencia emocional- una ciudad de Guatemala llamada Antigua. Un lugar con la "pausa" de sus contrucciones coloniales pero con el "play" de una mezcla de aborìgenes y europeos activistas de la cultura, que logran una alquimia recomendable.

Antigua está llena de artesanos y artesanías. Telares coloridos y objetos de madera. Aborígenes simpáticos aggiornados a vendedores de McDonalds.

Millones de puestos y ofertas en las que uno se pierde, tal vez viendo una y otra vez objetos similares.

¿Cómo objetos similares si son piezas únicas? Es que hasta lo "único" se convierte en un atributo indiferenciado en un mercado (tanto artesanal como de los otros). Me recuerda a esos momentos en los que nos sentamos con un nuevo cliente y le preguntamos: ¿por qué tu marca es diferente?; y recibimos como respuesta: ¡por su calidad!

En esos encuentros es que nos sentimos en un mercado de insumos como telas, maderas, tintes y dibujos; y nos alejamos de un mercado de valor agregado. Parece obvio, pero todo el tiempo nos enfrentamos a esta definición primitiva de los productos. Por eso el paseo por los mercados de Antigua me sorprendió. Alguien del lugar pensó que podía valer más una pequeña cajita hecha de caña, con tapita, pintada a mano y con unos indiecitos tejidos adentro.

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Este souvenir indígena que podría pertenecer a cualquier feria de artesanías de Latinoamérica se apoderó de algo que no se hace con las manos sino con el intelecto. Se creó la leyenda que estos indiecitos tenían el poder de quitar las penas de quien los llevara a su casa. Abriendo la tapita de la caja y contándole a cada uno de ellos sus penas, y luego de colocarla debajo de la almohada durante toda la noche, a la mañana sieguiente las penas se van.

La cajita pasó a ser un "quitapenas" y entonces nos olvidamos de la madera, la pintura y la tela para aferrarnos a ella desde un vínculo más profundo o "necesario".

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¿Cuántas veces en marketing nos sentimos aborígenes frente a un nuevo desarrollo de producto o una nueva hazaña de los artesanos de la planta?¿Cuántas veces nos quedamos sin poder encontrar ese vínculo más fuerte que nos hace diferentes?

También recordé este nuevo caso de un motor diesel y su comunicación viral. Encuentro en este caso www.elcasomascherano.com.ar el doble desafío de no hablar del gran descubrimiento fabril sino de lo que eso significa por ejemplo en un jugador de fútbol. Y por otro lado, el esfuerzo de no haberse sumado a la moda de viralizar porque sí, sino agregarle el valor de la "falsa noticia" y la "investigación" como para entretener al cybernauta, darle algo a cambio de su atención. Dicho de otra manera como lo sugiere el libro "Storytelling", ¡contarnos la novedad como si fuera un cuento para que se haga memorable!

Vía: weblogs.clarin.com/cultura-de-marcas/

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